Una cárcel inexpugnable para encerrar a los criminales más sanguinarios

Entrar o salir del Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT) es prácticamente imposible sin que las autoridades tengan conocimiento. Los anillos de seguridad y los controles internos, no permiten ni el más mínimo intento de pensar en la huida de la prisión más segura de toda Latinoamérica.

“Esta será su nueva casa, donde vivirán por décadas, mezclados, sin poder hacerle más daño a la población”, publicó el presidente Nayib Bukele el 24 de febrero de 2023 -convencido de la imposibilidad de escapar del CECOT- con motivo del primer traslado de pandilleros a la mega cárcel construida en un terreno de 119 hectáreas, en el distrito de Tecoluca, departamento de San Vicente, en la zona paracentral del país y con capacidad para recluir a 40 mil reos.

Son siete anillos perimetrales y un muro de concreto armado de 11 metros de altura, 19 torres de vigilancia, en una superficie construida de 23 hectáreas que resguardan los pabellones donde están confinados los pandilleros más peligrosos y despiadados, responsables de asesinatos cometidos con ensañamiento y gran crueldad.

Cámaras térmicas también son vigilantes silenciosas y permanentes durante las 24 horas para detectar cualquier movimiento sospechoso y fuera de la rutina habitual de los pandilleros recluidos. Cualquier intento desde las celdas también es imposible debido a que su construcción impide esconder cualquier pequeño artefacto porque sus paredes son de concreto y tienen planchas de cemento por camas.

Por ser una cárcel de máxima seguridad, no funciona el régimen de visitas de familiares, las únicas personas del exterior que pueden ingresar son las que logran obtener un permiso especial del Gobierno, como los equipos de periodistas.

Los visitantes deben someterse a un control de cuerpo completo para acceso a través de cámara de scanner, así como revisión de paquetes y control de metales a través de un arco electrónico.

La megacárcel para encerrar a las violentas pandillas fue diseñada y construida precisamente para contrarrestar y neutralizar totalmente el funcionamiento de esas tenebrosas organizaciones, que en anteriores gobiernos habían convertido el Sistema Penitenciario en base de operaciones desde donde ejecutaban su agenda criminal que imponían en los territorios que controlaban.

Esa agenda incluía el asesinato de policías, militares, custodios de centros penales, rivales, desertores, estudiantes, mujeres, cobro de extorsiones en comunidades, o el pago a funcionarios. jueces y políticos corruptos, entre otros delitos.

El CECOT fue diseñado de tal forma que los cabecillas de pandillas no tuvieran espacio para conversar,  organizarse, planificar o ordenar crímenes en las calles, porque no hay posibilidad  de que se reúnan, conspiren, planifiquen y  trasladen la decisión, ya que están incomunicados con el exterior, e internamente los estrechos controles  les hace imposible esa práctica.

Además de todos los anillos de seguridad y estrictas medidas de control interno, unos 600 militares y 250 policías, más los elementos de la Dirección de Centros penales, se encargan de impedir cualquier  intento de escape de los reos.

“Ahí pagarán por los crímenes cometidos contra nuestro pueblo; incomunicados con el exterior, sin posibilidad de salir, ni de ordenar crímenes desde la cárcel”,  publicó el presidente Bukele en referencia a uno de los traslados masivos de miembros de pandillas al CECOT en 2024, con motivo de un nuevo traslado de pandilleros a ese centro penitenciario.